El Hombre del Sur había vuelto a su ciudad, estaba sentado en un banco del parque meditando de repente le vino a la memoria un recuerdo.

Recuerdo cuando se lo conté a Merlin

Verá usted, … Ella me dijo que deseaba bañarse en el mar por la noche, era un deseo que nunca había podido realizar.

Un día conseguí que se cumpliera su deseo…. –Fue el día más feliz  de mi vida, jamás lo olvidaré…

Cuéntame que pasó, me dijo Merlin al verme tan contento.

Pues veras dijo ilusionado porque alguien le escuchaba con interés, el hombre temblaba de emoción. El Hombre de la Mujer del Sur, me miró agradecido.

Tenía los ojos humedecidos y a punto de saltársele las lágrimas emocionado por los recuerdos, el hombre como pudo continuó contándome.

Llegamos a la orilla del mar, no sé si era el sitio ideal, pero si al que nos llevó el destino. Acababa de anochecer, miré a La Mujer del Sur que estaba a mi lado.

  Ella miraba el cielo, miraba las estrellas y sonreía feliz, se cogió a mi brazo y se apretó contra mi cuerpo.

El rumor de las olas era silencioso y suave invitando a sumergirse en ellas.

Lentamente nos quitamos la ropa y andamos por la arena hacia el mar cogidos de la mano, ella empezó a temblar, no quería meterse en el agua. La abrace y la bese en la frente para darle más  seguridad.

–Poco a poco se fue metiendo en el agua, se agarraba a mis brazos con fuerza con tanta fuerza que me  hacía daño, temblaba muchísimo…

La abracé fuertemente y la volví a besar en la frente varias veces, el agua nos llegaba por la cintura, temblaba y sonreía con cara de miedo.

Yo me preguntaba… ¿por qué la habré hecho meterse, mira como sufre?. la abrace preocupado y la dije no tengas miedo estoy contigo, no tiembles.

Es de friiiíooo me dijo tiritando y balbuceando por sus temblores. No es de miedo y sin pensarlo más, se agachó de golpe hundiendo la cabeza en el agua.

Me fijé en su forma de nadar, era una experta.

No te imaginas como nadaba, nadó en todos los estilos, así nadamos un ratito, nos besamos y salimos del agua contentos.

Ella, La Mujer del Sur, cogió su toalla se la puso a modo de capa y me abrigó con ella, así los dos liados en la toalla estuvimos un rato.

Jamás olvidaré ese instante, Amigo.